ESA LARGA "PRIMAVERA SILENCIOSA"

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El "Agente Naranja" cae sobre Vietnam

En las postrimerías del verano de 1962, Rachel Carson, una bióloga marina de la Universidad Johns Hopkins, publicó La primavera silenciosa, un libro que ponía sobre la mesa los efectos perjudiciales que los pesticidas introducían en el Medio Ambiente.
Rachel Carson fue ridiculizada, demandada, amenazada y perseguida por la todopoderosa industria química estadounidense de los pesticidas. Pero no pudieron con ella, porque, sin proponérselo, con su libro, Rachel Carson, estableció las bases del movimiento filosófico y político que hoy llamamos medioambientalismo. Consiguió, además, que el Departamento de Agricultura de los EE.UU. revisara su política sobre pesticidas, y sentó los fundamentos para la creación de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de ese país.
Todo comenzó cuando, en 1957, el Departamento de Agricultura de EE.UU. decidió rociar con dicloro difenil tricloroetano (DDT) una vasta área de cultivos en el estado de Massachusetts. Un año más tarde, Olga Huckins, escribía una carta a su amiga Rachel, donde le explicaba la muerte y desaparición de los pájaros en los terrenos fumigados: “La fumigación del aire donde no se necesita es inhumana; para aquellos que permanecen indefensos en la Tierra, es intolerable”. Esta carta caló profundamente en el corazón de Rachel Carson: “No habría paz para mí en el futuro si me callo” —escribiría después en sus acciones de defensa contra la persecución a la que le sometieron las multinacionales.
Rachel Carson fue pionera en la difusión del principio de que nuestra especie no es dueña de la Naturaleza, sino parte de ella, como cualquier otro ser vivo. Con La primavera silenciosa consiguió despertar la conciencia colectiva para proteger el Medio Ambiente.
Pero, una cosa es despertar las conciencias, y otra muy distinta, lograr los cambios necesarios para la eficiente y eficaz política mundial de respeto al Medio Ambiente. Algo que, cincuenta años después, todavía no se ha logrado, mientras que las fuerzas reaccionarias acrecientan y apuntalan su poder: terraplanistas, negacionistas del cambio climático, antivacunas, neonazis, neofascistas, fundamentalistas religiosos, y toda esa lacra que empaña y contamina el futuro en paz de la humanidad.
Pero sigamos con el hilo de nuestra exposición:
El mismo año (1962) en que Rachel Carson escribía y publicaba su trascendental ensayo, el Gobierno de los EE.UU. ponía en marcha la que se denominó “Operación Ranch Hand”, una actuación dirigida a expandir defoliantes y herbicidas en Vietnam con el fin de destrozar las cosechas que supuestamente alimentaban al Vietcong, y detectar con mayor facilidad a los enemigos que se ocultaban en la selva.
Setenta y cinco millones de litros de defoliante y herbicidas se esparcieron en Vietnam y en las fronteras de Laos y Camboya.
El “agente naranja” tenía una concentración cincuenta veces mayor que la recomendada para acabar con las malas hierbas. Todavía, hoy, muchos de los campos rociados siguen contaminados e improductivos. La operación Ranch Hand, fue el mayor ataque de guerra química de la historia mundial.
En Estados Unidos, dos millones seiscientos mil veteranos, están reconocidos como víctimas del Agente Naranja, un químico responsable de más de veinte tipos de enfermedades, entre ellas la leucemia, cáncer de próstata, enfermedades nerviosas, diabetes, Parkinson…
El Agente Naranja lo producían las gigantescas multinacionales, Monsanto y Dow Chemical. La dioxina era la toxina mortal del químico. Se estima que se necesitará el paso de entre seis y doce generaciones antes de que la dioxina deje de afectar al código genético de los afectados.
Los impactos ambientales fueron terribles: contaminación atmosférica, pérdida de biodiversidad, inseguridad alimentaria, deforestación, perdida de terrenos cultivables, contaminación de las aguas…
En el verano de 1967, cuando la llamada sobre la amenaza de los pesticidas ya era evidente, en Qatar setecientas personas fueron hospitalizadas, de las que murieron veinticuatro, después de comer pan fabricado con harina estadounidense enviada en sacos transportados junto a depósitos de endrinas. Ese mismo año, en México, seiscientos niños enfermaron, de los que diecisiete murieron, después de comer pasteles preparados con azúcar almacenada junto a Paration (plaguicida organofosforado). Y así podríamos seguir enumerando desastres similares hasta la saciedad.
Sí, estos son los efectos que produce el uso de químicos en el Medio Ambiente. Y los seguimos usando masivamente sin que lleguemos a preguntarnos cuál es su beneficio real: ¿Somos conscientes de que la leche materna, por su concentración de DDT, no es apta para el consumo humano?
No, claro que no. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que no nos importa nada; lo peor es que no nos cuestionamos nada, que todo lo que llaman “progreso” nos parece bien per se sin plantearnos nada más.
Bien, pues así nos va.
Deformaciones en niños ocasionadas por el "Agente Naranja"


Fumigaciones con herbicidas y exfoliantes en la guerra de Vietnam




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