por Mariano Velasco Lizcano
Placas solares en los techos californianos |
En el año 2006, Arnold Schwarzenegger, entonces gobernador del estado de California (EE.UU.) firmó la The Million Solar Roofs Initiative; una ley cuasi visionaria que proponía el reto de instalar un millón de sistemas de energía solar en edificios privados a todo lo largo y ancho del Estado con una capacidad generadora de tres mil megavatios, suficiente para suministrar energía a un millón de residencias privadas. En la actualidad, sobre los tejados californianos se encuentran instalados un millón trescientos mil sistemas, con unA capacidad generadora de diez mil megavatios, suficientes para suministrar energía a tres millones de residencias privadas. A tenor de estos resultados, cabría calificar la Million Solar Roofs Initiative como un rotundo éxito político y social.
La alternativa basada en la energía solar como elemento básico en la transición energética, parece, pues, a tenor de estos resultados, como incuestionable ¡Algo que se defiende como panacea universal!
Sin embargo, analizando bien los resultados californianos, podemos encontrarnos con que ni todo está tan bien, ni la energía solar en un “dorado”. Al menos, no para todos. Y es que, incluso las mejores ideas, tienen con frecuencia consecuencias imprevistas e indeseadas, pudiendo acabar siendo víctimas de su propio éxito.
California es, con mucho, el estado más dinámico de Norteamérica en cuestiones medioambientales en general, y en particular en sus dimensiones ecológica y de lucha contra el cambio climático. Y fue por ello, por lo que Schwarzenegger, apostó por la energía solar en forma de placas instaladas en los tejados contra la propuesta de crear enormes parques solares en los desiertos californianos. Y consiguió su objetivo de alcanzar el millón de dispositivos a tenor de la ley.
Sin embargo, esta iniciativa tuvo varios efectos inesperados: unos positivos; otros, no tanto.
Así, en primer lugar, la importante oferta de incentivos económicos para la implantación de placas solares expandió una importantísima industria de fabricación de placas que consiguió muy importantes mejoras de tecnología y el abaratamiento de costes. Entre 2010 y 2019, el coste del megavatio/hora producido por placas solares cayó de 378 a 68 dólares. En segundo lugar, las reticencias de las eléctricas ante las dificultades de modificar la red para poder recibir la energía extra generada por las placas, se vieron eliminadas porque comprobaron que pudo hacerse con ligeras modificaciones en la tecnología. En tercer lugar, los individuos y empresas que instalaron placas solares vieron reducida su factura de la luz por la compensación económica que recibían, además de las subvenciones directas, por las ventas de sus excedentes a las compañías eléctricas.
Hasta aquí, todo fenomenal. Incluso la coalición californiana de activistas medioambientales y ecologistas pensó que este modelo energético podía extenderse a todo el país.
¡Pero!; y siempre hay un “pero”, al cabo de unos años, las eléctricas reaccionaron hartas de compartir sus beneficios con agentes foráneos; esto es, con empresas e individuos ajenos a su corralito comercial. De modo que impusieron una tasa de acceso a los usuarios individuales de placas solares conectadas a la red eléctrica, además de una drástica reducción del precio pagado por la electricidad excedentaria de dichos usuarios.
Las protestas de éstos solo consiguieron que la Comisión reguladora de las eléctricas en California hiciera públicos los estudios que había venido haciendo sobre los efectos de la aplicación de la ley. Y en ellos se demostraba fehacientemente: uno, que las subvenciones y precios de venta a la red que recibían las placas solares, prácticamente habían eliminado la inversión en investigación sobre otras fuentes de energía sostenible; y dos, que el sistema de subvenciones había beneficiado casi en su totalidad a las rentas superiores a los cien mil dólares, en detrimento de las rentas medias y, por supuesto, inferiores.
En realidad, un modelo tan exitoso no superó el diez por ciento de sus beneficiarios potenciales. Y ello por la única razón de que los ciudadanos de rentas bajas y modestas no tenían acceso a la financiación necesaria para realizar sus instalaciones. Pero a ello, además, había que sumar que el coste de mantenimiento de la red eléctrica seguía soportando sus mismos costes, y que los propietarios de placas solares pagaban menos por dicho mantenimiento en razón a los precios de venta de electricidad que recibían de las eléctricas, de modo que acababan siendo las rentas bajas y medias quienes veían aumentada su carga por el mantenimiento de la red.
En definitiva, que un modelo energético altamente viable y sostenible no se puede implementar sin un modelo riguroso de control económico-social que impida que los beneficios solo puedan llegar a las rentas más altas, agravando y empeorando los costos inevitables de los menos favorecidos. Y es que detrás de todo esto siempre está la “larga mano” del interés pecuniario de las todopoderosas eléctricas. Y mientras no seamos capaces de controlar su poder, el remedo de la energía solar solo será un trampantojo eufemístico de la transición energética que el planeta necesita ¡¡Ya!!
1 Comentarios
Las electricas siempre nos buscaran la vuelta, para que no caigan sus grandes beneficios. Uno de mis hijos ya ha puesto placas solares y aún no me puede precisar sus beneficios!? Por otro lado, mi hija se ha interesado y ha contactado con un amigo ingeniero de una empresa de fabricación y le ha indicado que las placas son muy economicas, que son las empresas montadores las que de entrada hacen su agosto.
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