Cada año llegan al mar hasta doce millones de toneladas de plástico. Y en el océano, los plásticos tardan hasta quinientos años en degradarse, pero se van fragmentando en pequeños trozos, llamados neoplásticos, que afectan a muchos organismos al ser de muy pequeño tamaño.
Hoy en día, solo el nueve por ciento del plástico consumido en toda nuestra historia, se ha reciclado; el doce por ciento se ha incinerado, y la gran mayoría ha terminado en vertederos o en el medio ambiente. Y desde allí, una gran parte ha llegado al mar por el agua que fluye de los mismos, por vertidos accidentales o deliberados, y por los efluentes de las depuradoras a ríos y arroyos. El ochenta por ciento de los residuos que encontramos en el medio marino proviene de tierra; el veinte por ciento restante deriva directamente de la actividad marítima.
En su conjunto estas toneladas de plástico en el mar constituyen verdaderas islas de basura. Las corrientes oceánicas, con la ayuda del viento, mueven esas enormes cantidades de residuos reagrupándolos en zonas de remolinos o vórtices, o bien en aquellos sitios donde las corrientes se reducen. Y esos residuos que vemos, en realidad, son menos del quince por ciento de todos los plásticos que hay en el mar.
Actualmente se encuentran identificadas cinco grandes zonas de concentración; son las conocidas como “sopas de plástico”: una en el Índico, dos en el Atlántico (Norte y Sur) y dos en el Pacífico (Norte y Sur). Pero no son las únicas. Las hay de todos los tamaños y en todos los océanos y mares; por lo que los científicos aseguran que en realidad existen miles de ellas. Pero, por hacernos una idea de lo que estamos hablando, tan solo la gran “sopa” situada en el centro del Pacífico Norte, se estima que tiene un tamaño de un millón cuatrocientos mil kilómetros cuadrados. Hoy en día, un diez por ciento del Pacífico podría encontrarse en estas condiciones, lo que significaría que podría agrupar más de cien millones de toneladas de desechos.
Pero ¿Cuáles son las consecuencias de estas “sopas” de plástico? Pues la muerte de millones de seres marinos al año, poniendo a la flora y fauna del medio en auténtico peligro de colapso, y a cientos de especies en auténtico peligro de extinción. Y no solo eso, sino que contaminan las aguas en las que luego nos bañamos o usamos de algún modo; incrementan la contaminación atmosférica potenciando el cambio climático, y dificultan las posibilidades de seguir encontrando alimentos en el mar a poblaciones, generalmente poco desarrolladas, que normalmente lo hacían y que siguen dependiendo de esos recursos pesqueros.
Supongo que esta mínima introducción será más que suficiente para convencer a cualquiera del peligro medioambiental que suponen los plásticos. Pero los seguimos utilizando en cantidades desproporcionadas. La pregunta, por tanto, es: ¿Qué se puede hacer para solucionar el problema de las “sopas” de plásticos?
Pues en este punto coinciden tanto científicos como gobiernos: es muy difícil rastrear los vertidos para llegar a su origen; unos porque son accidentales, otros porque son ilegales. Así que, en esta ocasión —nos vienen a decir—, la solución se encuentra, fundamentalmente, en la actuación individual y a nivel personal. Es decir, el futuro de estas basuras en mares y océanos va a depender mucho de lo que hagamos cada cual. Lo que no nos dicen, a cambio, es por qué no legislan a favor de eliminar total y gradualmente el uso y consumo del plástico, que sería la acción primordial.
Pero mientras tanto ¿Qué es lo que podemos hacer a nivel individual?
Pues, principalmente, reciclar todos los residuos que podamos: en contenedores, en puntos limpios, acostumbrándonos a reutilizar más que a tirar; y contribuir a difundir el problema y a crear conciencia, empezando por nuestro propio hogar. Tampoco deberíamos dudar en denunciar a las autoridades todas las infracciones que veamos o conozcamos. Aunque ¡Vamos!; si los gobiernos se niegan a actuar, conociendo, como conocemos todos, que jamás lograremos un nivel de concienciación individual capaz de frenar desastres como éste ¡Menudo panorama nos espera! O al menos, así es como lo veo desde mi apreciación personal.
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