HACIA EL USO SOSTENIBLE DE LOS RECURSOS DE AGUAS SUBTERRÁNEAS: ACUÍFERO 23, LA MANCHA-ESPAÑA

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por Pablo Doncel Fuentes (julio, 2015) (en inglés).

Título original:
Towards sustainable use of groundwater resources: Aquifer 23, La Mancha-Spain
Degree Project in Environmental Engineering and Sustainable Infrastructure
Division of Land and Water Resources Engineering
Royal Institute of Technology (KTH) (Stockholm, Sweden)

Resumen

Los acuíferos constituyen la mayor fuente de agua dulce en la Tierra, satisfacen la mitad del consumo humano global y además, sustentan las masas de aguas superficiales dependientes de niveles piezométricos someros. Sin embargo, su intrínseca complejidad física y extensión comporta una gran incertidumbre en la determinación de sus recursos renovables y capacidad de uso, que unido a la dispersión de captaciones habitualmente operando sin control y por encima de la tasa de natural de recarga, provoca inevitablemente el agotamiento de sus recursos hídricos.
El acuífero 23 es uno de los más importantes de España, subyace bajo la llanura Manchega y constituye el núcleo central de la cuenca alta del Rio Guadiana, con una extensión de 5.500 km2 y un volumen útil de hasta 4.000 Hm3. Esta masa de agua abastece a 300.000 habitantes de una región semiárida con sequías severas, temporales y cíclicas.
Fig. 1. Esquema de aguas subterráneas (Ramsar, 2007).
Este embalse subterráneo tiene una capacidad de regulación plurianual, capaz de almacenar agua durante los esporádicos periodos lluviosos para aliviar gradualmente el exceso a través de numerosas zonas húmedas, formadas por la estrecha interconexión entre aguas subterráneas y superficiales debido a la escasa pendiente del terreno y a la alta porosidad del suelo, que constituían una riqueza ecológica excepcional declaradas por la UNESCO Reserva de la Biosfera en 1981.
En condiciones prístinas la dinámica del sistema se definía por las siguientes entradas: infiltración de agua de lluvia y ríos así como transmisión subterránea de acuíferos adyacentes; siendo las salidas: evaporación de humedales, extracción para uso humano y descarga a través del principal aliviadero del acuífero “Los Ojos del Guadiana”, con la superficie piezométrica fluctuando levemente en torno a un cierto punto de equilibrio.
La expansión de la agricultura de regadío y la colonización de zonas húmedas llevadas a cabo durante el pasado siglo, legalmente amparada y promovida por la Administración, incitó un déficit hídrico estructural que ha provocado numerosas consecuencias negativas: abandono de infraestructura hidráulica histórica, descenso generalizado de nivel freático, incremento de costes de bombeo e incluso agotamiento de pozos, salinización y contaminación de masas de agua y suelos, así como desaparición significativa de humedales, cursos de agua y vegetación asociada que indudablemente han contribuido al avance de la desertificación.
Distintas políticas y planes han sido puestos en marcha orientados a solucionar la sobreexplotación hídrica y aliviar así la presión sobre los ecosistemas asociados, con limitado éxito y considerados como meros inyectores de subvenciones sin promover avance alguno en aras de una agricultura sostenible. Sin embargo, las teóricas excepciones podrían ser el “Programa de Extracciones”, en vigor desde 1997, que limita el volumen total a extraer en 230 Hm3/año pero con incierta observancia práctica, y el Plan Especial del Alto Guadiana (PEAG), aprobado en 2008, un ambicioso y costoso proyecto para la recuperación medioambiental y la redistribución de derechos de agua entre agricultores, sin embargo, fue derogado tras 5 años debido a razones políticas y económicas.
El balance cuantitativo del sistema demuestra que el déficit de 4.000 Hm3heredado desde la década de los ochenta ha sido parcialmente cancelado gracias al reciente y excepcional periodo húmedo, y además pone de manifiesto la tremenda disparidad temporal de los recursos renovables: desde 60 hasta 1.400 Hm3/año. Valor al que deduciendo una demanda ecológica de 100 Hm3/año, obtenemos la capacidad de carga media del sistema de 340 Hm3/año.
Por lo tanto, podemos afirmar que bajo la llanura Manchega yace un don natural con suficiente volumen para atenuar la irregularidad climática y capaz de proveer un suministro fiable de agua para satisfacer las demandas del ecosistema. Sin embargo, es imperativo controlar de manera efectiva las extracciones, realizar un seguimiento continuo de los recursos renovables disponibles, adaptar coherente y dinámicamente las concesiones de aguas, recuperar los cultivos tradicionales con baja demanda hídrica, restaurar la morfología fluvial y vegetación asociada y por último, operar el acuífero dentro de los límites del volumen activo propuesto, potencialmente estimado en 1.500 Hm3.
Indudablemente, estas simples acciones provocarán numerosos impactos positivos: reducción de costes de bombeo, aseguramiento de suministro a largo plazo, continuidad de flujo natural a través del sistema con mayor potencial de dilución, restauración de zonas húmedas y revivificación del auténtico nacimiento del Río Guadiana, además de recuperar otros sectores productivos como la pesca y el eco-turismo que seguramente aportarán valor añadido y diversificación a la maltrecha economía regional.
En resumen, es absolutamente necesario alcanzar una armonía plena entre la producción agraria, bienestar social y económico, así como protección y sostenibilidad de la riqueza natural, de acuerdo con la Directiva Marco de Agua y la normativa de Reserva de la Biosfera de la UNESCO, con el objeto último de asegurar la disponibilidad de recursos hídricos a largo plazo, mitigar el avance de la desertificación y los efectos del cambio climático.

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Towards sustainable use of groundwater resources: Aquifer 23, La Mancha-Spain

Pablo Doncel Fuentes; ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, por la Universidad Politécnica de Madrid. Especialista sector hidráulica

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