Sócrates y Platón |
Es algo bastante común: todos aquellos que persiguen o practican alguna forma
de estoicismo, evitan hablar de ello. ¿Por qué? —cabría preguntar— ¿Acaso se
avergüenzan?
No suele ser esa la razón: sino por lo difícil que les resulta explicar estas
creencias a todos aquellos que no saben de qué van; y mucho más defenderlas
cuando se las mal interpreta, o se las considera algo del pasado que no tiene
cabida en la sociedad actual.
Sin embargo, alguien que se mueve o pretende iniciarse en el pensamiento
estoico, necesita tener las armas para, llegado el caso, poder explicar la
esencia del estoicismo. Y ello en el lapso de unos minutos, que será el tiempo
máximo del que probablemente dispondrá.
Sin embargo, antes de seguir con este post, me gustaría comentar las
muchísimas veces en las que me encuentro con aseveraciones o citas de autores,
compositores, pintores, poetas —unos amigos o conocidos; otros no—, que hacen
postulados que cabría considerar como puro estoicismo, sin que ellos lo hayan
podido considerar, pero que, sin embargo, es así, y sus postulados, desde
luego, lo son.
Por ejemplo, Cairo Antelo, pensador y poeta por excelencia, afirma en uno de
sus escritos: “Regala tu tiempo solo a quien demuestre saber lo que vale. Es
el don más valioso y el que se nos va sin retorno posible”. Pensamiento que
conecta con Séneca, hace dos mil años: “Insensato es el hombre que permite que
se escape su tiempo, siendo éste irreparable” -decía el filósofo estoico-.
Así, pues, el estoicismo no es algo desfasado, ni tan poco pensamiento de moda
para unos cuantos iluminados o desubicados del mundo actual. Es tan solo,
conocimiento y lógica racional para entender la vida y ser capaces de vivirla
algo mejor. Y si tuviera que trasladar algo de conocimiento estoico en
cuestión de minutos, quizá elegiría cuatro de sus postulados:
1. Que la mayor parte de nuestra infelicidad proviene del hecho de
intentar controlar lo que no está bajo nuestro control, y no sabemos actuar
sobre aquello que sí lo está.
2. Que lo que está bajo nuestro control es lo que creemos, lo que
deseamos u odiamos y hacia lo que nos movemos o evitamos. Casi todo lo demás
no está bajo nuestro control. Por tanto, debemos actuar siempre bajo el
imperio de nuestra realidad, y de acuerdo con la naturaleza del mundo, que es
como son las cosas.
3. Para lograrlo necesitamos sabiduría, justicia, coraje y moderación.
4. Las cosas buenas que tenemos hay que considerarlas como un préstamo
que se nos puede pedir y que deberemos devolver en cualquier momento.
Así, pues, el estoicismo moderno no es otra filosofía más impresa en libros,
revistas, artículos —aunque también lo esté—; es algo que se practica y se
hace. Es una llamada a nuestras acciones para vivir con dignidad y altruismo.
No se trata de traficar con ningún credo, sino de practicar la autorreflexión
honesta para tratar de mejorarnos a nosotros mismos y saber revertirlo a la
sociedad.
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